DEL PROTOCOLO DE KIOTO A LA EFICIENCIA ENERGÉTICA DE LOS EDIFICIOS Y EL C.T.E.

La publicación de la directiva 2002/91/CE del Parlamento Europeo y del Consejo, relativa a la eficiencia energética de los edificios, la cual se basaba a su vez en otras directivas y en la consecución de los objetivos del Protocolo de Kioto sobre el cambio climático, ha implicado en España una renovación normativa prácticamente integral en materia de eficiencia energética de los edificios.

Estas exigencias de eficiencia energética en los edificios quedan reguladas principalmente en el Documento Básico HE (Ahorro de Energía por el que se establecen reglas y procedimientos que permiten cumplir las exigencias básicas del ahorro de energía) del REAL DECRETO 314/2006 por el que se aprueba el ya conocido CÓDIGO TÉCNICO DE LA EDIFICACIÓN (CTE).

El fin último de esta reglamentación es la reducción de los gases de efectos invernadero a través de la utilización prudente y racional de los recursos naturales (gas natural, productos petrolíferos y combustibles sólidos) y la consecuente reducción en el caso de los edificios de las emisiones de dióxido de Carbono (CO₂), a través de la gestión y reducción de la demanda de energía consumida y mediante el uso de energías renovables. No obstante se consiguen otros beneficios paralelos como son la gestión de la demanda de energía que permite a la Comunidad ejercer una influencia en el mercado mundial de la energía y por ende, en la seguridad de abastecimiento a medio y largo plazo.

Es por tanto responsabilidad de todos el consumo eficiente de la energía, independientemente de la creencia o no en el cambio climático, aunque simplemente sea por el hecho de dejar a nuestros hijos un mundo mejor que el que recibimos de nuestros padres.

Los arquitectos somos parte muy importante en el proceso, en cuanto que tenemos herramientas, como puede ser el diseño eficiente, que no representan ningún coste adicional al proceso constructivo y que al usuario del edificio le van a reportar de manera totalmente gratuita dos objetivos de gran trascendencia como son; el ahorro de los costes de consumo energéticos (luz, gas, etc...) y la reducción de las emisiones de CO ₂ con motivo del ahorro de las energías no consumidas.